“Antes de que fueras concebido, ya te deseaba Antes de que nacieras ya te amaba Antes que tu estuvieras aquí por una hora, yo moriría por ti… Ese es el milagro de la vida…” Mauren Hawkins.
La mortalidad neonatal, tiene en cuenta el número de recién nacidos fallecidos en un año, menos de los 28 días de vida y representa el 5% de las muertes neonatales en el país, más de la mitad de las muertes ocurre en la primera semana de vida y la tercera parte antes que el recién nacido cumpla 24 horas de vida. Desde el nacimiento hasta el primer mes de vida, existe un elevado índice de morbimortalidad debido a las alteraciones congénitas, patológicas adquiridas de la madre y los trastornos propios del embarazo. El bajo peso al nacer (menos de 1kg de peso) y la prematuridad son factores muy importantes que predisponen a la morbilidad y que, por lo tanto deben atenderse, en particular por su relación con la salud materna.
En cualquier etapa del embarazo, cuando muere un bebe se producen un cumulo de emociones dolor, ira, frustración, impotencia principalmente en la madre pero también en la familia que lo espera
“La pérdida de un bebé sin nacer no es solamente la interrupción de la vida potencial de la criatura dentro del vientre materno, es también, y sobre todo, la pérdida de sueños, ilusiones, proyectos de vida, amor que se derrama y no tiene un cauce. Esta perdida, es la más dolorosa, el sufrimiento dura más tiempo que la pérdida de alguien a quien hemos conocido o con quien hemos compartido una etapa de nuestra vida.” Aparentemente no tiene sentido, todo parece injusto, inexplicable, sin respuestas y casi sin nada que hacer. El dolor de la madre es indescriptible dentro de su caos emocional ella sabe que con la muerte del bebe, murió una parte de si misma.
No podemos saber el impacto que tendrá, en una mujer, cuando es informada que su hijo murió o que morirá a corto plazo. Se ven frustrados sus anhelos, esperanzas y surge un sentimiento de culpa; además expresiones y preguntas intermitentes como: “¿Y….. si yo tuve la culpa por qué…” “¿Qué hice de mal?” “¿Por qué a mí?” ¿Por qué mi hijo?” El duelo ante la pérdida de un bebé es diferente. Esto se debe a los lazos afectivos desarrollados intra-útero, incluso desde antes del embarazo, cuando él bebe es “planeado” hay expectativas que producen cambios emocionales y físicos. Durante el embarazo percibe al feto como parte de ella misma y no como un sujeto separado El dolor de la madre es indescriptible dentro de su caos emocional ella sabe que con la muerte del bebe, murió una parte de sí misma.
“El sentido del sufrimiento es este: Todo sufrimiento genera crecimiento. Nada de lo que nos ocurre es negativo, absolutamente nada. Todos los sufrimientos y pruebas, incluso las pérdidas más importantes, Son siempre regalos” E. Kubler-Ross.